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¿Quién soy?

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Aunque es difícil pensar en un punto de partida, comenzaré con contar cuando empieza a gestarse un cambio radical y definitivo en mi vida, tanto desde el punto de vista espiritual, profesional y personal.

 

Llevaba trabajando como abogado en un programa social dependiente del estado, para trabajar en reparación en maltrato grave y abuso sexual infantil, aunque sentía que era una buena escuela para aprender del ser humano, y a como poder ser un aporte en esta vida; sin embargo, no era el lugar donde estaba siendo fiel a mi alma, como diría Edward Bach, creador de la terapia floral que lleva su nombre, me cuestionaba que ya esa profesión no me representaba y que quizás nunca me identifiqué con ella, pero era el destino que había elegido, y tenía que seguir adelante, porque no habían más alternativas que pudiera visualizar en el horizonte, en ese momento.

 

Duré 10 años en ese trabajo, los primeros 8 como abogado y los últimos como director del mismo, puedo reconocer y agradecer todo lo aprendido, principalmente con el hecho de desarrollar la compasión hacia los seres que sufren, empatizando y desarrollando habilidades para ayudar a que otras personas que han tenido que padecer este dolor en esta vida, puedan “superar” esa experiencia traumática.

El año 2009 fui invitado a una charla de una maestra espiritual, lama de un centro budista tibetano, y fue un momento “revelador” pude percibir que, si existían seres de luz, que podían resonar con mi Ser, algo que no había encontrado en la religión católica. Justo ese día la charla se trataba sobre la impermanencia, la transitoriedad de los fenómenos, “ que todo lo bueno y todo lo malo”, va a pasar, por ende no había que apegarse a ellos, y principalmente entendí, el sentido de urgencia de la vida, que las oportunidades, experiencias y vivencias “placenteras”, esos momentos de plenitud y felicidad había que valorarlos, disfrutarlos y estar muy consciente que no iban a durar, por lo que había que aprovecharlos al máximo, mientras estuvieran ocurriendo, y por el otro lado había una salida cuando las cosas no andaban bien, que eran como nubes que se cruzaban en el cielo y nos impedían ver el sol que estaba atrás, pero que el sol nunca ha dejado de existir, y que muchas veces cuando estábamos en el lado “oscuro” de nuestra vida, no nos dábamos cuenta, de que esa “pesadilla” también va a pasar, terminando la charla mi mente estaba en un subidón de adrenalina, e intuía que una ventana se abría en mi vida. A los pocos minutos, sufro de un torpe accidente en bicicleta, en este estado, y quedo botado en el suelo, con el dedo pulgar de mi mano, gravemente esguinzado, sintiendo en ese momento un dolor físico, quizás indescriptible para mi hasta ese momento, y se aparecían en mi mente las enseñanzas que había recibido hacía sólo unos minutos atrás, y recordaba, que “todo iba a pasar” también, después de ese evento estuve varias semanas recuperándome para poder recobrar nuevamente la movilidad de mi mano, esto lo recuerdo como uno de los hitos, de esta nueva vida.

Decido empezar a conocer más de este nuevo mundo, que había descubierto y empiezo a recibir enseñanzas de grandes maestros del budismo, y me doy cuenta que este es mi camino, que había encontrado el lugar donde pertenezco, donde mi espíritu resuena, por lo que ingreso al Entrenamiento del Bodhisattva, por varios años en el cual básicamente se entrena tu mente-corazón en valores como la compasión, el altruismo, el aprecio y valoración de esta vida, de esta reencarnación como seres humanos y que esta oportunidad había que aprovecharla al máximo, en beneficio de uno y de todos los seres sintientes, empiezo a conocer ¿qué es la meditación?, como es esencial para poder tener una mente calma, amplia, con visión y perspectiva de lo que ocurre en tu mente y los fenómenos que ocurren a tu alrededor.

 


Pienso que cuando te decides a emprender cambios, sobretodo, radicales en tu vida, el destino te empieza a poner obstáculos, pruebas que hay que, ir superando.

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A poco andar, después del quiebre de una relación sentimental, me sentía devastado y mi cuerpo me pasó la cuenta, de un día para otro empecé a sentir dolores, en distintas partes de mi cuerpo, se rigidizaron varias de mis articulaciones, el diagnóstico era Poliartritis reumatoide, al googlear de que se trataba, me  doy cuenta de lo agresivo que era, y sobre todo para los varones, y de que habían grandes posibilidades de terminar mi vida postrado en una silla de ruedas (a mis treinta y tantos…) ahí hay otro hito. Me doy cuenta claramente, de que mi mente, es la que había provocado, y desencadenado esta enfermedad, y que no era solo “mala suerte”, como me explicaba el médico en esa época, que había un gen que era hereditario y que se me había manifestado, explicación que no me convenció, y decidí que no iba a dejar al azar si podía o no caminar, y continuar con mi vida, tal como la había vivido hasta este momento. Me recomiendan hacer yoga, disciplina que nunca había practicado, a poco andar me doy cuenta, lo feliz que mi mente se sentía durante y después de la clase, y los beneficios que estaba obteniendo mi cuerpo físico en su restablecimiento, gracias a esta práctica, una buena terapia psicológica, recibir masajes, meditar y el cambio de perspectiva de mi mente, lo que me permitió dejar atrás esa enfermedad, en solo 4 meses, algo que fue extremadamente sorpresivo para el reumatólogo, lo cual lo catalogó como un “milagro”, ya que nunca había visto una recuperación tan rápida, y me doy cuenta que del poder autosanador que tenemos los seres humanos, y que los diagnósticos médicos por muy lapidarios y terribles que parezcan en un momento, no son estáticos, y que la medicina tradicional está muy lejos de tener todas las respuestas para realmente sanar de las enfermedades, después de practicar yoga, por un par de años decido formarme como instructor de esta disciplina.  Si el yoga me ayudó a sanar, decidí que quería poder ser un eslabón, para que otros seres, también encuentren su curación, así como el equilibrio entre su cuerpo, mente y espíritu.

A poco andar, después del quiebre de una relación sentimental, me sentía devastado y mi cuerpo me pasó la cuenta, de un día para otro empecé a sentir dolores, en distintas partes de mi cuerpo, se rigidizaron varias de mis articulaciones, el diagnóstico era Poliartritis reumatoide, al googlear de que se trataba, me  doy cuenta de lo agresivo que era, y sobre todo para los varones, y de que habían grandes posibilidades de terminar mi vida postrado en una silla de ruedas (a mis treinta y tantos…) ahí hay otro hito. Me doy cuenta claramente, de que mi mente, es la que había provocado, y desencadenado esta enfermedad, y que no era solo “mala suerte”, como me explicaba el médico en esa época, que había un gen que era hereditario y que se me había manifestado, explicación que no me convenció, y decidí que no iba a dejar al azar si podía o no caminar, y continuar con mi vida, tal como la había vivido hasta este momento. Me recomiendan hacer yoga, disciplina que nunca había practicado, a poco andar me doy cuenta, lo feliz que mi mente se sentía durante y después de la clase, y los beneficios que estaba obteniendo mi cuerpo físico en su restablecimiento, gracias a esta práctica, una buena terapia psicológica, recibir masajes, meditar y el cambio de perspectiva de mi mente, lo que me permitió dejar atrás esa enfermedad, en solo 4 meses, algo que fue extremadamente sorpresivo para el reumatólogo, lo cual lo catalogó como un “milagro”, ya que nunca había visto una recuperación tan rápida, y me doy cuenta que del poder autosanador que tenemos los seres humanos, y que los diagnósticos médicos por muy lapidarios y terribles que parezcan en un momento, no son estáticos, y que la medicina tradicional está muy lejos de tener todas las respuestas para realmente sanar de las enfermedades, después de practicar yoga, por un par de años decido formarme como instructor de esta disciplina.  Si el yoga me ayudó a sanar, decidí que quería poder ser un eslabón, para que otros seres, también encuentren su curación, así como el equilibrio entre su cuerpo, mente y espíritu.

Una vez que termino esta formación de 4 semestres empiezo a ver que realmente podía cambiar mi vida laboral, aunque todavía era un comienzo, debía tener más herramientas para mi formación.

 

Finalmente decido planificar un viaje por el sudeste asiático y dejar mi zona de confort, con un trabajo estable y bien remunerado, y tomo la decisión de renunciar al trabajo antes mencionado, y me propuse comenzar esta aventura que duró 1 año, en que pude dar la vuelta al mundo, partiendo por España, luego Nepal, India, Tailandia, y así continuar recibiendo enseñanzas de los mejores Maestros de Budismo Tibetano, entre ellos el Dalai Lama, con el cual tuve la tremenda oportunidad de recibir enseñanzas de él junto a 200 mil personas en la ciudad de Bodhgaya, India, en el lugar donde el Buda de nuestra era, el Buda Shakyamuni, se iluminó, despertó a la ilusión del sueño de esta vida. De este viaje tendría muchas páginas para relatar, tuve experiencias maravillosas, mágicas, conocí y trabé amistad con seres realmente maravillosos, que estaré agradecido hasta el último día de mi vida.

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Resumiendo y tratando de continuar con los hitos, me comentan que el mejor profesor de Masajes Ayurvédicos vivía en el sur de la India, en un lugar selvático pero que no era fácil llegar al lugar, me propongo viajar y encontrarlo, el universo se alinea, lo encuentro y me acepta como alumno, y vivo en su clínica-hogar, junto a su familia durante mi formación, ahí descubro que dar masajes ayurvédicos, era otra de las herramientas que tenía que aprender, mi profesor me alienta ser un profesional de estas terapias, por los “talentos” que ve en mí.

 

Al regreso de mi maravilloso viaje el año 2017, con el firme propósito de ser un Terapeuta Holístico Integral, continúo formaciones en Saama, Reiki, Terapias energéticas y vibracionales.

 

Me siento un afortunado haber decidido estudiar Terapias Florales, ya que he descubierto, su potencial sanador, y la enorme cantidad de virtudes, que pueden activar estas terapias.

 

 

Cristian Latrille Tagle, Santiago, Chile.

Enseñanza Budista

Enseñanza Budista

Katmandú, Nepal

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